GESTION DE RESIDUOS

REDUCIR, REUTILIZAR, RECICLAR. CREANDO UNA CIUDAD SIN RESIDUOS  

El incremento de los residuos generados por los hogares, los nuevos desarrollos urbanísticos, o la cada vez mayor implantación de una cultura de consumo masivo de todo tipo de artículos y bienes, son factores de importancia a la hora de considerar la insostenibilidad de nuestras sociedades y ciudades, y su viraje hacia un modelo cada vez más ineficiente y derrochador.  

Esta mayor demanda de recursos materiales, alimentos, agua y energía conlleva, a su vez, una elevada producción de residuos, que en caso de no ser bien gestionados pueden llegar a generar auténticas crisis sociales y de salud en las poblaciones.  

Según datos de Ecoembes, en 2013 en España se llegaron a reciclar 1.195.002 de toneladas de envases, traducido porcentualmente en que un 71,9% de los envases domésticos destinados a los contenedores amarillo y azul ya se estarían reciclando, y superaría en 17 puntos los objetivos de reciclado de la UE (55%).   



Las buenas perspectivas que pueden expresar estos datos deben llevarnos a continuar con estos objetivos, pero proponer otras metas más ambiciosas en los municipios que deben pasar por la reducción y la reutilización de residuos, mostrandose esta ambición igualmente a través de políticas, programas de formación y concienciación ciudadana o sobre la extensión de la responsabilidad para los productores.   

Además, la reducción de los residuos sólidos genera una ventaja competitiva, ya que los escasos recursos se liberarían para la inversión en otras prioridades, lo que repercutiría positivamente en la economía.  

Del mismo modo hay que seguir poniendo el acento en los aspectos negativos vinculados a la incineración. La quema de residuos no es una opción segura y sostenible, y se basa en unos malos hábitos que deben ser superados. La incineración implica un mayor gasto, un uso ineficiente de recursos y materiales, aumenta la contaminación, además de ser un obstáculo para el potencial que puede tener la creación de empleo en los campos del reciclaje o la minimización de los residuos.  

Por tanto los objetivos deben estar dirigidos a conseguir altos porcentajes en el reciclaje, pero estableciendo nuevos objetivos dirigidos a reducir la generación de residuos en los ámbitos públicos y privado, pero también su reutilización. Esto es, una acción global que reconozca la capacidad de las ciudades, las comunidades y los hogares para reducir, reutilizar y reciclar.   

Pero para seguir buscando con decisión un cambio en las pautas de consumo (tanto públicas como privadas) de bienes, servicios, materiales y otros recursos, es necesario combinar acciones de sensibilización y educación ambiental con una progresiva, pero exigente, reglamentación que reconduzca el actual modelo de derroche hacia un escenario de autocontención del gasto energético y de materiales en la ciudad.  

Además, estas acciones ayudaran a mejorar el aspecto visual de las ciudades y los barrios. De hecho, contra más sucios estén nuestros barrios, calles y espacios abiertos, más posibilidades hay de caer en espirales de decadencia repercutiendo negativamente en la salud de todos.  

Mención aparte merecen los desperdicios de alimentos. Según el estudio SAVEFOOD de 2011, los españoles desperdiciaron alrededor del 18% de alimentos, lo que equivaldría a 2,9 millones de toneladas de alimentos cada año, por un valor de 11.000 millones de euros. Igualmente, cada español tiró unos 250€ anuales en comida y más del 45% de esos alimentos podrían haberse consumido si su adquisición se hubiera planificado y gestionado y si se hubieran almacenado mejor. A partir de estos datos, se hace evidente también que la acción de los ayuntamientos debe dirigirse a concienciar y evitar el desperdicio de alimentos.

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