MOVILIDAD

A pesar que el sector del transporte constituye uno de los ámbitos clave para alcanzar unos objetivos económicos, sociales y medioambientales comunes al desarrollo sostenible, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que incluso con un aumento significativo en el uso de fuentes energéticas alternativas, el transporte continuara dependiendo principalmente del petróleo con un 92% en 2015 y en un 89% en 2030. 

Esta realidad en el uso de combustibles fósiles en el sector de transporte evidencia las dificultades que este sector, en comparación con el sector eléctrico, presenta a la hora de diseñar una estrategia que permita avanzar en su transformación de manera urgente.   

Los avances en medios de transporte colectivos, como trenes y autobuses, no han evitado que siga siendo generalizado el uso del transporte privado, lo que lleva a plantear que estrategias se pueden llevar a cabo para que las personas en nuestras ciudades se muevan de una manera más sostenible.

Una sociedad baja en carbono requiere a su vez una nueva cultura de la movilidad que demande de los grupos y sectores sociales un gran compromiso para modificar sus hábitos de movilidad, esto es, más que hablar de nuevas infraestructuras, tenemos que plantear la movilidad como una cuestión de cultura y comportamientos. 

Sin embargo, las dependencias que genera el sistema actual se contradicen con la sociedad baja en carbono que nos gustaría tener. Muchas ciudades en España reúnen unas condiciones ideales para facilitar el movimiento en transporte no contaminante, aunque no son aprovechadas estas características. Nuestro clima es además uno de los mayores activos, por lo que no debería haber mayores impedimentos para hacer que nuestras calles fueran más seguras y acogedoras para peatones y ciclistas.


Para alcanzar tales objetivos, se debe alcanzar un equilibrio justo entre las necesidades de los peatones y ciclistas, usuarios del transporte público y los automovilistas. Debería ser posible rediseñar una ciudad donde todo el mundo puede moverse con facilidad sin dañar el bienestar de los demás.   

No es cuestión de oponerse a los coches, pero sí plantearse de una forma crítica la dependencia de los mismos. Su uso innecesario, cuando se pueden utilizar otros medios de transporte como andar, pedalear o ir en transporte público, lleva a plantear acciones de concienciación que permitan convencer a la gente para cambiar su forma de desplazarse.  

Para alcanzar ese objetivo, se debe plantear como cambiar la definición de transporte, incluyendo en esta fórmula como elementos primordiales, el transporte en bicicleta, caminar, y el uso de transporte público colectivo. Entre algunas propuestas iniciales se identifica:

  • Integrar las políticas de movilidad dentro del sistema urbano como alternativa al transporte privado, planteando transformar la concepción de movilidad como el movimiento de vehículos, por la concepción de movilidad como movimiento de personas y cosas, lo que lleva a ofrecer mejores posibilidades de transporte no contaminante, haciendo que la movilidad a pie y en bici sea una opción más, no únicamente para actividades de ocio, sino para los desplazamientos cotidianos. 

  • Promocionar el transporte público en general y en particular el destinado a los centros de estudio y de trabajo. La incapacidad o falta de voluntad de las comunidades de absorber la demanda de transporte a través de la potenciación del transporte público, ha llevado a un mayor uso del vehículo privado, o incluso de promocionar el uso de transporte privado mediante la supresión de rutas escolares o laborales. Disminuir el transporte público, nos haría incidir en la perjudicial ecuación que supone que, a mayor necesidad que tengan los usuarios de transporte privado, mayor generación de hábitos de uso de transporte privado habrá en nuestra sociedad.

  • La tecnología está destinada a jugar un papel clave tanto en la mejora de la eficiencia, en lo que respecta a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) sus avances pueden también contribuir a evitar desplazamientos innecesarios. Si bien, la tecnología ha de acompañarse de un conjunto de medidas organizativas de la movilidad y del comportamiento de los ciudadanos. 

  • Más allá de la ciudad, también se realizan un gran número de desplazamientos por carretera fuera de los núcleos urbanos que requieren una acción que permita reducir la contaminación. En las zonas rurales muchas personas no tienen acceso al transporte público de calidad, lo que hace que el uso del automóvil resulte en muchos casos imprescindible, ya que es la única alternativa a la que tienen acceso un gran número de personas para acceder a sus puestos de trabajo o desempeñar otras actividades. Estudiar la forma de reducir o facilitar por medios sostenibles estos desplazamientos también debe ser objeto de propuestas y estrategias.

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