HACIA UNA ECONOMIA VERDE...

¿Se puede reactivar la economía, generar más empleo y cohesionar mas la sociedad a través de políticas vinculadas a la protección medioambiental y la lucha contra el cambio climático?  

Las acciones vinculadas a la reducción del consumo energético y el aumento de la eficiencia energética en empresas y hogares, el aislamiento de edificios, las energías renovables, la promoción del uso de materiales y componentes de bajo consumo o la promoción de la movilidad sostenible, nos dicen que es posible.    

El PNUMA considera que una economía verde es la que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica. En su forma más básica, una economía verde sería aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente. 

La transición a una economía verde de bajo carbono comienza a nivel local. Las autoridades locales están bien situadas para facilitar este cambio a través de políticas de planificación y la mejora en el funcionamiento de sus servicios, pero también poniendo un mayor énfasis en el desarrollo económico sostenible, liderando el camino hacia la descarbonización de la actividad económica, la transición de las comunidades hacia un uso menos intensivo de la energía y la alimentación de nuestros lugares de trabajo y hogares de energía renovable de origen local. 

Las empresas deben implicarse plenamente en las políticas y acciones climáticas que se desarrollen en las ciudades, demostrando sus avances y compromiso con el resto de la comunidad. El apoyo por parte de los ayuntamientos y la demanda para el uso de mecanismos establecidos como la Responsabilidad Social de las Empresas y su vinculación directa con las políticas energéticas y de sostenibilidad, debe ser un factor fundamental en este contexto.


Considerando de inicio la acción económica de los Ayuntamientos vale la pena recordar entre algunas medidas: 

  • La capacidad de las autoridades locales como compradores de bienes y servicios en el sector público. Se debe favorecer que la contratación pública, los bienes y servicios sean adquiridos localmente, favoreciendo materiales locales para proyectos públicos dirigiendo estas acciones hacia unas menores emisiones de carbono. Esto pasa por trabajar con contratistas locales concienciados con la producción ecológica, utilizando cementos bajos en carbono, maderas certificadas, y considerando en general que el análisis del ciclo de vida debe integrarse a todos los niveles, para asegurar el uso más eficiente de los recursos y que las emisiones de carbono sean en general lo más bajas posibles.  

  • Las autoridades locales deben apoyar la promoción de la compra ética, local y verde, elaborando acuerdos de asociación con los comercios locales. De este modo, el gasto público repercutiría en la economía local y tendría un impacto medioambiental positivo.  

  • Desarrollar planes de acción de descenso en el consumo de energía, y uso de energías renovables. El objetivo debe ser descarbonizar nuestras economías y comunidades locales, avanzar hacia fuentes locales de energía renovables y reducir los costos de energía para los ciudadanos, el sector público y las empresas.  

  • El gasto de los gobiernos locales pueden impulsar el empleo "verde". A partir de la promoción de energías renovables, el apoyo a productos agrícolas locales, la compra a pequeñas empresas locales, colaborando con empresas sociales y el sector del voluntariado, el gasto de los gobiernos locales pueden impulsar el empleo "verde" y ayudar a crear economías locales fuertes que ofrezcan puestos de trabajo seguros y sostenibles para el futuro.  

  • Promoción de empresas y economías autosuficientes. Las empresas locales y la inversión local proporcionan empleos mejores y más fiables. La capacidad a la hora de realizar las compras por parte de los gobiernos locales podrían impulsar y mantener en gran medida estos sectores.   

  • Proponer políticas de colaboración con las estructuras empresariales. Creando foros y grupos de trabajo en donde se compartan experiencias sobre cómo mejorar la eficiencia energética y la reducción de la contaminación en los entornos empresariales e industriales.  

  • Establecer laboratorios de ideas. Donde las empresas y los centros de conocimiento como las Universidades e Institutos Tecnológicos puedan desarrollar propuestas de actuación para la reducción de CO2 y el desarrollo de la economía. Estos polos de colaboración deben ir dirigidos a mejorar la eficiencia energética, reducir la contaminación y aumentar la concienciación de los trabajadores.  

  • Informando a las empresas. Sobre la forma de llevar a cabo renovaciones energéticas y los principales incentivos económicos existentes para realizarlas.   

  • Llevar a cabo proyectos de tamaño mediano. Que permitan apoyar y promover a las empresas locales por delante de grandes corporaciones en ámbitos como la regeneración de zonas degradadas o las energias renovables, e incentivando la compra a proveedores locales y empresas sociales.  

  • Apoyo a la “compra local” y las PYMEs locales. Alentar a los empleadores más grandes de la ciudad a "comprar local" y ofrecer apoyo y formación a las PYME locales y las organizaciones del tercer sector.

  • Campañas de promoción del comercio local. Como el reparto de tarjetas de descuento que alienten a las comunidades locales apoyar el pequeño comercio, haciéndole más viable y estable.  

  • Usar espacios públicos vacíos o infrautilizados. Con el objetivo de proporcionar espacios de trabajo asequibles para las empresas pequeñas, familiares y del tercer sector.   

  • Fomentando la movilidad sostenible entre los trabajadores. Favoreciendo que los empleadores introduzcan medidas en sus empresas que permitan cambiar con éxito los patrones de viaje de sus empleados a través de un servicio de transporte subsidiados, promoción del uso de la bicicleta y otros programas.

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